Personal policial allanó una quinta ubicada en 44 y 232, donde se descubrió un numeroso grupo de gente que habitaba una precaria y sucia casa, sin luz ni ningún tipo de mantenimiento.
Las víctimas habían sido encerrados y eran obligados a vivir en condiciones insalubres. Junto a los adultos, además, fueron salvados siete nenes de entre 9 y 11 años, que eran sometidos a las mismas condiciones.
Según informó el personal de seguridad, los chicos eran "forzados a trabajar en el cultivo de vegetales y en el arado de surcos, quienes no sólo serían sometidos a maltratos físicos y psicológicos, sino que además se los privaría de una escolarización adecuada".
Quienes participaron del procediiento de requisa indicaron que ninguna de las personas que vivía y trabajaba en la finca contaba con agua potable y dormían en un lugar con piso de tierra por el que frecuentaban ratas. Tomaban agua de una perforación que estaba "expuesta a la contaminación de los diferentes agroquímicos que se utilizan en el predio".
El dueño del predio fue detino, quedando a disposición de la Justicia, mientras que las personas rescatadas fueron asistidas por las autoridades y derivadas a centros de salud.